Ustedes y yo

Por: Moysés Zúñiga Santiago*

Al parecer la realidad suya es más bonita, exacta y sólida que lo que yo he estado viviendo por 42 años.

Poco a poco voy corroborando que todo tiene sentido en la vida real: para las personas “normales” una carencia viene compensada por una capacidad y no se nota, en mi caso la carencia se acompaña de más fallos y consecuencias.

Ahora entiendo cuando están ustedes tan apacibles, es la realidad tan suave que no hay más que contemplarla sin agitarse, qué bonito es ver ese brillo en sus ojos, brillo de alegría porque están presentes.

Los movimientos de su cuerpo corresponden a los de sus ojos, están conectados siempre.

Recuerdo haberme conectado en alguna ocasión, fue especial, no es común tener esa dicha, cuando me sucedió me sentí parte del todo, del aire, del vecindario. Tan ligero como se siente la ropa seca en el tendedero cuando el viento la columpia.

A menudo la realidad es tan caótica que también ustedes lo son, se estresan, se enojan, piensan en dinero, aparatos, pagos irresolubles y el camino de regreso a casa por la noche.

Algunas veces pienso en su realidad, sobre todo cuando estoy con amigos conversando, siempre hay un punto en común, ríen juntos, se imaginan el recuerdo que alguno de ustedes describió y todas las versiones se parecen, yo los observo, pero no los escucho del todo, mi oído omite palabras, las menos importantes y las sustituye por otras de mayor relevancia, es decir, una oración nueva que es solo mía, no la misma que escucharon todos.

No estoy viendo lo mismo que ustedes, sus miradas en la mesa, yo estoy viendo un punto fijo en la esquina de algún mueble del lugar, no escucho, no estoy aquí.

Mientras, me imagino cómo hubiese sido todo si yo con mi imaginación lo hubiera construido.

Quizás la realidad no tendría sentido o lo tendría para mí nada más, creo que sería como un logotipo y no como una fotografía, líneas sin detalles, un mándala o una gota de acuarela reventada sobre papel blanco, expandida y extendida como la espuma de la ola que llega a la playa, luce blanca llena de burbujas, pero desaparece y todo vuelve a comenzar.

Paisaje de un cielo inmenso al atardecer, la oscuridad y la luz de los últimos rayos de Sol pintan las nubes del cielo de un azul intenso y en el horizonte se pintan de amarillo y rojo, antes de que se acabe la tarde.
Foto: Moysés Zúñiga Santiago
*Moysés Zúñiga Santiago es fotoperiodista y experto en salud mental por experiencia.

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