- Las mujeres ciegas nos reinventamos ante la pandemia: Encuentro Tiflomujeres 2021.
- Somos invisibles si no alzamos la voz, si no hay quienes estén incidiendo ante los gobiernos: Hilda Laura Vázquez Villanueva e Ileana Chacón Chacón.
- Las redes de apoyo para madres con discapacidad no pueden depender sólo de nosotras; faltan servicios de todo tipo: Jazmín López Montiel.
- La tecnología ha servido para enfrenar la pandemia, pero no todas las mujeres con discapacidad tienen acceso: Alma Evelia Rodriguez Luna.
- Debemos formarnos en el feminismo empezando por las niñas con discapacidad: Ana Peláez Narváez.
Mujeres ciegas desde distintos puntos de Iberoamérica se reunieron en el Tifloencuentro Mujeres 2021 para conversar y compartir sus experiencias de vida en el año que conocimos y aprendimos a vivir con el coronavirus, también para reflexionar sobre lo que la pandemia ha revelado sobre las desigualdades que afectan a las mujeres con discapacidad, en particular con discapacidad visual.

Mujeres destacadas por su liderazgo en México, España y Costa Rica se reunieron bajo el lema “sin presencia no hay incidencia”, en una convocatoria de la Red por la Inclusión de Personas con Discapacidad Visual en México. Las participantes coincidieron en que “con la pandemia se ha desnudado nuestra realidad y se han intensificado los obstáculos”, como lo expuso Ileana Chacón, promotora y defensora de los derechos de las mujeres con discapacidad en Costa Rica. “Antes costaba que nos creyeran, nos trataban de quejosas, nos decían que todo estaba bien”, dijo Chacón, pero la pandemia puso en evidencia los rezagos en el desarrollo que enfrentan las mujeres con discapacidad. Las condiciones sociales y personales en las que las encontró la emergencia sanitaria dieron la pauta para saber cómo iban a afrontar la pandemia.
En países de América Latina, muchas mujeres ciegas se dedican al comercio informal o se desempeñan en tareas de autoempleo como los masajes o la fabricación en pequeña escala para la venta informal. Pero con las medidas de prevención de contagios por Covid19, la sana distancia, sobre todo, estas mujeres trabajadoras fueron enviadas “pa’ la casa” y se quedaron sin ingresos. “Afortunadamente yo contaba con la tecnología y con el conocimiento para usarla”, dijo Ileana, pero hay muchas compañeras que no cuentan con esta herramienta.
Desde México, en conversación con Ileana, la maestra Hilda Laura Vázquez, comentó sobre este tema que las mujeres con discapacidad visual suelen ser relegadas de la educación en general y en particular, de la educación para el uso de la computadora y las tecnologías de la información y la comunicación. Por ello, dijo, quienes sí tienen este acceso deben asumir ese privilegio e impulsar a que cada vez más mujeres sepan usar la tecnología. Por ello, señaló Ileana, es importante siempre tener presentes a las mujeres que han quedado atrás porque antes de la pandemia no habían logrado hacerse de más herramientas para salir adelante, y ahora enfrentan ese desafío. Pero “nunca es tarde”, señaló, y en el lado más amable de la pandemia, ésta se puede ver como una oportunidad para aprender nuevas cosas y reinventarse.
El acceso al empleo es fundamental para una mujer con discapacidad visual, no solo para contar con un medio de subsistencia, sino para sentirse productiva y aportar a la familia y a la sociedad, dijo Hilda Laura, porque como mujeres “debemos vencer esa idea de que solo podemos depender de otros o del gobierno”. Empoderarse es fundamental, insistió, para encontrar nuevos caminos ante la crisis que trae la pandemia.
Es tiempo de reiventarse y “re-pensarse”, insistieron, es decir re pensar cómo hacer para salir adelante con los retos que ha impuesto la pandemia: “De lo más simple puede salir algo bueno, los
cambios que están ocurriendo a nuestro alrededor nos afectan, pero es importantes re pensarnos, re vestirnos, transformarnos. Ser fuertes para enfrentar la adversidad”, invitió Ileana. En su caso, compartió que al quedarse en casa y no poder continuar con actividades que implicaban salir a la calle, comenzó a hacer un huerto, agregando plantas a las que ya tenía en casa y cosechando hortalizas. También se vinculó con otras mujeres que se dedican a la producción y venta de productos de belleza para el rostro y el cabello. “Ahí me vi aprendiendo a entintar el cabello, invitando a otras mujeres a darle importancia al cuidado de la piel, a cuidar de ellas.” Hilda e Ileana pusieron sobre la mesa el tema de que a las mujeres ciegas comúnmente se les niega el poder de decisión sobre su aspecto, sobre su forma de vestir, por ejemplo. Y ellas mismas creen que no es importante cuidar su apariencia.

Por eso, Ileana comentó: “Lo que aprendí es que (al vender productos de belleza) le enseño a esa persona a quererse, a cuidarse, a valorarse, a saber que puede tomar decisiones sobre su propia apariencia, sobre lo que quieren. El mensaje es: empieza por ahí, que no te impongan nada, nosotras somos quienes decidimos qué y cómo lo queremos. Hay que tener presente que ante el cambio sigo siendo yo, pero hay que reflexionar sobre quién soy yo, es un proceso continuo.”
Hilda e Ileana coincidieron en que a la par de este cambio desde dentro se debe seguir insistiendo en hacer incidencia política: “Del cielo no van a venir los cambios. Si los gobernantes no conocen la discapacidad o lo que es peor, creen que solo tiene que ver con temas médicos, si nos ven como las beneficiarias a las que hay que asistir, ¡démonos cuenta de donde estamos! Tenemos que involucrarnos en procesos de incidencia. Pero es importante saber primero qué queremos para hacer una agenda y saber qué y cómo pedir”, aconsejó Ileana.
“Hay que visibilizarnos, somos invisibles si no alzamos la voz, somos invisibles si no hay quienes estén insistiendo sobre la atención a los temas pendientes”, puntualizó Hilda Laura, “hay que levantar la voz, y la que no pueda la empujamos para que pueda levantar la voz, eso es la sororidad.” Además, dijo, se debe tener la conciencia de que la voz de las mujeres con discapacidad visual sí cuenta, sus decisiones deben ser tomadas en cuenta.
Acompañar, crear redes y contar con apoyos para trabajar y maternar
El Tifloencuentro continuó con una conversación entre tres mujeres ciegas, profesionistas, expertas en el uso y enseñanza de la tiflotecnología (tecnología de accesibilidad para personas ciegas) quienes desde distintas ciudades de México y contextos particulares hablaron sobre cómo ha sido su experiencia con relación al desempeño profesional y el trabajo desde casa o presencial, a qué retos se han enfrentado en la crianza de los hijos o la relación con hijos mayores, la distancia o la cercanía con la familia y las amistades. Estuvieron conectadas Mélida Escobosa Ponce, desde Culiacán Sinaloa, Teresa Jazmín López Montiel, desde el Estado de México y Alma Evelia Rodriguez Luna, desde Xalapa, Veracruz.

Melida Escobosa Ponce, licenciada en comunicación e impulsora de la accesibilidad web, vive en Culiacán, Sinaloa. Hace un año, al inicio de la pandemia, hizo cuarentena en casa, tiempo que aprovechó para convivir más con su familia cercana, tíos y primos, también se dio la oportunidad de aprender a cocinar, una actividad en la que no se había tenido que involucrar antes porque le apoyaban sus tías en esa tarea. Así nos recordó que las mujeres ciegas cocinan y con ello ganan autonomía. Mélida ha continuado con su trabajo en el Centro Integral de Discapacidad Visual del DIF Sinaloa y ha contado con el apoyo de su jefa y sus colegas para trasladarse con el menor riesgo posible de contagio de Covid, sin tener que usar el transporte público. Nos compartió sobre cómo ha aprendido a tomar precauciones con el uso del bastón blanco que está todo el tiempo en contacto con el suelo, por ejemplo, ya que al plegarlo y guardarlo lo mete en una bolsa de plástico para no ensuciarse o no contaminar su bolsa de mano. “Las personas ciegas tenemos que estar tocando las cosas constantemente, por lo que tenemos que cuidar mucho la higiene”, comentó. Desde el DIF Sinaloa han estado apoyando a familiares de personas ciegas para que puedan continuar con los procesos de rehabilitación desde casa.
Jazmín López Montiel es maestra y madre de dos niños chiquitos que estudian preescolar y primaria, ella compartió cómo ha cambiado su vida para poder ocuparse de sus hijos, apoyarlos con las clases en línea, atender los mensajes de sus maestras que envían las tareas por whatsapp pero en formato de imagen, no en texto, ocuparse de las labores de la casa sin contar con la red de apoyos que tenía antes de la pandemia. Ella ha mantenido una cuarentena estricta, sin salir a la calle, trabaja en la Universidad a distancia, haciendo home office, incluso bromea: “Mi bastón ha de pensar que ya me morí porque no lo he usado en un año”, para evitar el riesgo de contagio. Pero lo que Jazmín destacó de su experiencia en la vida en pandemia es la maternidad: “Quienes somos mamás y tenemos una discapacidad somos una minoría dentro de la minoría. La maternidad no solo es un concepto biológico es toda una construcción social de qué es lo que la mamá debe de ser, cómo debe ser, que es la todopoderosa, una edad, un contexto físico donde las mujeres con discapacidad no entramos en lo que socialmente se espera de ser una buena madre”.
Jazmín señaló que si bien el derecho internacional como la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y otras leyes reconocen el derecho a tener una familia, etc, lo cierto es que todavía estamos lejos de que se garanticen los medios para ejercer ese derecho.
Con la pandemia ha sido complicado sostener las redes familiares con las que contaban personas como Jazmín, sobre todo por lo que durado la alerta sanitaria y cada quien ha ido retomando sus propias actividades. “¡Yo me esfuerzo por ser una buena madre!”, dijo enfática, pero también señaló acertadamente que esto no se trata de que todo dependa del esfuerzo personal, “las redes de apoyo no sólo las que uno hace, porque parece esto como un apocalipsis zombie donde estamos regresando al modelo médico rehabilitador donde cada quien está por su lado y no nos damos cuenta de que las barreras están en el entorno”. Señaló que las mujeres con discapacidad siguen estando fuera de las estadísticas oficiales, por lo que sigue siendo importante hablar de la importancia de visibilizar su presencia y sus necesidades.

Ella ha vivido un ejemplo muy claro de esta situación cuando siente la resistencia de las maestras de sus hijos a enviarle la información sobre tareas en un formato accesible, que no es más que mensajes de texto en whatsapp, en lugar de eso le envían instrucciones en formato de imagen y no una, sino varias imágenes que ella debe escanear y procesar para poder enterarse del contenido, gracias a su conocimiento y habilidades con el uso de la computadora.
En el nivel escolar de sus hijos, señala Jazmín, “la competencia en la escuela no sólo es entre los niños, sino también entre los papás. Los otros niños no hacen la tarea solos, pero mis hijos sí tienen que hacer más cosas por su cuenta. Aunque yo los fortalezca con la idea de que tú lo estás haciendo solito, sí se dan cuenta que los resultados son diferentes.” Ella solía pedirle a la chica de la papelería que le apoyara con la elaboración de una cartulina, pero ahora es ella quien se debe ocupar. “Si buscas en internet por servicios de apoyos para madres con discapacidad no encuentras nada porque no hay. Lo que encuentras son guías y consejos para madres con hijos con discapacidad, pero no si nosotras somo las que tenemos una discapacidad.”
Si bien en su caso ha podido reconfigurar sus apoyos para el cuidado y crianza de los hijos, mencionó que hay compañeras, madres ciegas también, que han tenido que dejar a sus hijos con otros familiares durante la semana para que les apoyen con la escuela en línea y los cuidados, porque ellas no pueden hacerse cargo solas.
Entonces, el llamado de Jazmín es a que la sociedad y los gobiernos realmente se involucren en contribuir a “que las personas con discapacidad seamos más independientes en todos los aspectos de la vida.”
Alma Evelia, quien es filósofa, con especialidad en Necesidades Educativas Especiales, es docente en estrategias de rehabilitación de personas con discapacidad y directora ejecutiva de la asociación Estudiantes y trabajadores ciegos y débiles visuales del estado de Veracruz. Apoya a niños, jóvenes y adultos en el uso de tecnología adaptada y en habilidades para la vida. Alma Evelia compartió que al inicio de la pandemia tuvo que reorganizar su trabajo en las diversas actividades que llevaba a cabo, abriendo distintos canales de comunicación de acuerdo con los medios de los que disponían sus alumnos y alumnas de distintas edades.
Para las tareas que desarrolla Evelia, la emergencia sanitaria por Covid19 “fue el momento de tender puentes, tengo alumnos adultos mayores que no tienen las herramientas en su casa entonces con ellos me comunico a través del teléfono, con otros desde la plataforma Zoom, con otros más por whatsapp.” En esta última plataforma creó un grupo llamado “Tiflo ocio y tiempo libre”, mediante la cual se han acompañado unos a otros en estos tiempos. También, conforme se iban conociendo los casos de contagio por coronavirus, ella se involucró en dar apoyo a los compañeros y compañeras ciegas: “Tuve que hacer uso de todas las herramientas como profesionista para dar apoyo a quienes lo iban necesitando.
Entre los retos a los que se enfrentó, comentó que “fue necesario hacer ajustes con los padres de familia para que pudieran seguir apoyando a los alumnos ahora en casa, con esto, la familia ha podido darse cuenta de todas las posibilidades de inclusión de sus hijos tanto educativa, como laboral, como socialmente.”
La maestra también destacó que le tocó involucrarse en la tarea de difundir información sobre los cuidados que debían tener las personas ciegas ante la pandemia: “Nos tocó cumplir el compromiso de visibilizar a la población con discapacidad visual, en este caso, sobre las medidas específicas que debían tomar y sensibilizar a la sociedad.”
Alma Evelia, quien es madre de dos jóvenes, compartió la experiencia en su familia de que al inicio de la pandemia, su hijo que vivía en el extranjero regresó a casa, en Xalapa, pero con medidas de seguridad tan estrictas para evitar el contagio, impuestas por él mismo, que no pudo abrazarlo por más de un mes. Sin embargo, al paso del tiempo todos en casa lograron compartir espacios y estar juntos conviviendo.
La pandemia también le ha permitido cuidar de sí misma: “Ha sido un reencuentro conmigo misma como mujer, como persona, y atender esa parte humana, de placer, que nosotros como mujeres también merecemos. Me ha permitido leer, estar en contacto con mujeres en espacios cercanos pero también distantes. Gracias a la tecnología podemos hacerlo.”
Destacó también la importancia de hacer notar “que tras de nosotras hay muchas niñas, jóvenes y mujeres con discapacidad que no gozan de derechos (del acceso a la tecnología) y saber que como población somos parte de esta pandemia y seremos parte de la nueva normalidad.”

Género y pandemia: Visibilizar las necesidades de las mujeres con discapacidad
El Encuentro Tiflomujeres 2021 cerró con una conferencia de Ana Peláez Narváez, desde España, reconocida activista por los derechos de las mujeres con discapacidad, ella misma mujer ciega, quien llamó a su presentación “Nosotras también somos mujeres”. Lo que parece una obviedad (como lo hicieron notar desde la audiencia en vivo), que las mujeres ciegas también son eso, mujeres, fue subrayado por Ana Peláez debido a que ellas siguen estando fuera de las estadísticas, fuera de los datos, sin ser tomadas en cuenta en los servicios de salud, por ejemplo, sin que los gobiernos adviertan su presencia en la sociedad; pero ante esta situación, deben ser las propias mujeres, señaló la experta, quienes hagan esta reflexión como grupo social para poder incidir en el cambio.
Durante la pandemia, dijo Ana, el acceso a la salud para las mujeres con discapacidad ha estado complicado, y no solo en el tema de salud reproductiva, donde se ha reducido la atención debido a la prioridad que se ha dado a la atención de la pandemia, sino también en el caso de los servicios para atender enfermedades crónicas.
Entre la población con discapacidad, 20% son mujeres, frente al 12% de los hombres, esta disparidad, dijo, refleja un menor estatus socioeconómico, que persiste la violencia contra la mujer a través de prácticas nocivas en salud, partos inseguros, abortos coercitivos. Ese desequilibro se manifiesta desde las edades más tempranas: aunque nacen el mismo número de niños y niñas con discapacidad, a partir de la adolescencia empieza a existir ese desequilibrio por la violencia de género.
Por ello, insistió: “Las niñas tienen que crecer reconociéndose como lo que son” es importante que se conviertan en defensoras de sus derechos, es decir, que se hagan feministas.
“Tenemos que trabajar interseccionalmente”, llamó Peláez Narváez, “la legislación sobre mujeres, infancia, de discriminaciones, deben tomar en cuenta lo que estamos intentando transmitir y defender.” Visibilizar a las mujeres con discapacidad que están siendo víctimas de trata, de explotación sexual, las migrantes, así como alertar sobre prácticas de explotación como lo es el embarazo subrogado, es decir, la renta de vientres para la gestación de bebés. Señaló que en el caso de España, “muchas mujeres están incapacitadas legalmente porque hace años las esterilizaron contra su conocimiento y voluntad, para ello un juez previamente las incapacitó legalmente” y ahora hay una fuerte lucha en aquel país por revertir esa situación.
Llamó a las mujeres ciegas activistas a conocer bien los tratados internacionales y las leyes locales, la Convención sobre Discapacidad, la CEDAW (Convención para Eliminar la Discriminación contras las Mujeres) y todos los instrumentos para saber defender sus derechos.
Y sobre todo, dijo, “tenemos que ser capaces de llegar a la gente que lo tiene más difícil, que no tiene medios para conectarse a esta charla, las mujeres más discriminadas no van a estar con nosotras y hay que crear redes para llegar al entorno más local posible, a los municipios.” En ese sentido, habló de la importancia de crear espacios de confianza para el diálogo entre mujeres con discapacidad.
Ana Peláez Narváez propuso algunas estrategias para cumplir con estas tareas: Llevar a cabo estudios, investigaciones, recopilar datos, sobre esta población en específico, “deberíamos ser capaces de hacer una publicación periódica de derechos humanos de las mujeres con discapacidad”, con la finalidad de incidir ante los distintos gobiernos. “Con los datos podemos saber qué y cómo pedir acciones al gobierno”, puntualizó.
También se puede participar en la elaboración de informes y documentos de quejas. El tema de los derechos de las mujeres con discapacidad debe estar presente en el Examen Periódico Universal, dijo, que los gobiernos parte de la ONU están obligados a presentar ante el Alto Comisionado de los Derechos Humanos.
Al interior de las organizaciones, Peláez recomendó hacer una medición de la igualdad entre hombres y mujeres, analizar si participan las mujeres en la toma de decisiones y comenzar desde ahí a impulsar los cambios.
Y para trabajar de cara a la sociedad sobre la toma de conciencia a propósito de la vulneración de derechos, recomendó hacer concursos de fotografía, de video, con producciones en las que se visibilicen los abusos. Que la academia también se involucre.
“Es muy necesario escucharnos”, concluyó Ana, “falta hacer un gran trabajo en red” para llegar a los espacios más alejados del centro y de los espacios virtuales donde las mujeres con discapacidad que enfrentan mayores dificultades, no llegan, para no dejar a ninguna atrás.
El Encuentro está completo en video en el siguiente enlace: