Metrorrey, obligado a atender las denuncias por la falta de accesibilidad

  • “Tenemos que alzar la voz”: Alfredo Heredia Lazarín, quien denunció los riesgos y extrema vulnerabilidad que enfrentan los usuarios de silla de ruedas como él en el transporte metropolitano de Monterrey, Nuevo León.

Transportarse usando silla de ruedas en la Ciudad de Monterrey y su área metropolitana, que ya borró fronteras entre los municipios cercanos por la expansión de la mancha urbana, es un reto mayor y hasta puede ser un asunto de vida o muerte, pues se arriesga la vida a cada intento. En el sistema de transporte público hay intentos de hacer espacios de accesibilidad, pero han resultado fallidos. Al igual que en la Ciudad de México u otras capitales mexicanas, las cadenas de accesibilidad se rompen ante el primer escalón, banqueta, elevador descompuesto o espacio ocupado indebidamente.

La notable excepción en Monterrey fue una ruta de autobuses impulsada por el DIF estatal hace diez años, con autobuses accesibles que conectaba hospitales, centros de trabajo, parques, zonas habitacionales y el Centro de Rehabilitación del DIF estatal. Pero con los cambios de funcionarios se fue perdiendo el impulso para esa red de transporte accesible con recortes presupuestales y con la falta de un compromiso gubernamental con la accesibilidad. Colegas regiomontanos nos informan que esos autobuses fueron cambiados por camionetas y ya no operan igual.

La accesibilidad fallida en el metro de Monterrey

Idealmente, Metrorrey, nombre del Sistema de Transporte Colectivo Metro en la capital de Nuevo León, debiera ser el transporte con mayor accesibilidad, pero le ocurre lo que al Metro en la Ciudad de México: la cadena de accesibilidad se rompe en cualquier momento, y para una persona usuaria de silla de ruedas ir del punto A al punto B implica enfrentarse a lo desconocido en cada trayecto; no se sabe si va a estar en funcionamiento el mecanismo para entrar o salir de la estación por las largas escalinatas en los accesos desde la calle, o si el elevador va a o funcionar. Tampoco se sabe si estará en su puesto el policía que se encarga de dar entrada a las personas con discapacidad motriz. Ya se sabe, si el policía no está disponible para abrir la puerta para salvar los torniquetes de la entrada, ya sea porque se fue al baño o a comer, los usuarios tienen que esperar de 10 a 20 a 30 minutos o hasta una hora para poder entrar y trasladarse.

A todo esto se enfrentó Alfredo Heredia Nazarín, quien usa una silla de ruedas eléctrica para movilizarse en su vida cotidiana, un viernes por la tarde en mayo pasado cuando se vio atrapado entre las fallas en la accesibilidad de Metrorrey. Encontró tantos obstáculos en un trayecto de su casa al trabajo y de regreso, recibió tanto maltrato por parte de operadores del transporte y servidores públicos que su paciencia llegó al límite.

Indignación y denuncia de un usuario en silla de ruedas

Con fotografías y videos en redes sociales denunció y mostró como debió arriesgarse a recorrer un tramo de una transitada avenida en medio de la lluvia, en su silla de ruedas eléctrica, en el camino de una estación del metro a otra buscando una opción para poder regresar a casa. Sin otro medio que su propia voz hizo una transmisión en Facebook para expresar su frustración y hacer una denuncia pública dirigida a las autoridades estatales y a los responsables de la falta de accesibilidad en Metrorrey.

Mapa de Google maps que muestra el recorrido de Alfredo por la avenida, de la estación del Metro Obrera a Félix U. Gómez.

Alfredo vive actualmente en una colonia alejada de las principales rutas del metro y autobuses urbanos. La pandemia lo obligó a dejar el departamento en el que vivía cerca de una estación en una zona céntrica.

Desde su vivienda actual, que comparte con su esposa y un hijo pequeño, debe recorrer seis cuadras para llegar a un punto de abordaje del Transmetro, una red de autobuses que acercan a la gente a las estaciones de Metrorrey. Son unidades con mecanismos de accesibilidad, aunque para activarlos se necesita que el operador auxilie al usuario en silla de ruedas.

Hay una estación de Transmetro más cercana a donde vive Alfredo, pero no es accesible, para entrar es necesario cruzar por unos torniquetes y la puerta para el acceso de personas con discapacidad siempre está cerrada, el guardia que debe abrirla nunca está disponible. Alfredo ha tenido que esperar hasta una hora para poder entrar, en lo que llega el policía.

Captura de pantalla de un video publicado por Alfredo donde se muestran los torniquetes en los accesos a Transmetro. “He tenido que esperar hasta una hora para que me abran”.

Otra opción de transporte en Monterrey y la zona metropolitana es la Ecovía, una especie de Metrobús como el de la Ciudad de México, pero por ahora no es opción para Alfredo.

Pero ese viernes de mayo pasado, la paciencia de Alfredo se agotó cuando al salir de una estación del metro se descompuso el salvaescaleras de oruga, mecanismo instalado para entrar o salir a la calle. Es un mecanismo que los expertos en accesibilidad no recomiendan usar en exteriores o espacios a la intemperie, porque el agua y el polvo excesivo los atrofia y los hace peligrosos para los usuarios de sillas de ruedas. Sin embargo, está en la mayoría de las estaciones. Por cierto, también en el metro de la Ciudad de México, donde se instalaron hace años y ahora esos salvaescaleras se mueren de oxidación y de mugre, tras años sin dar servicio.

Ante las dificultades con el salvaescaleras, el policía de la estación le advirtió a Alfredo que era mejor que no regresara por la misma ruta en la tarde: “es muy probable que cuando regreses no esté funcionando”. Estaba lloviendo y ese factor, la lluvia, vuelve inútil el salvaescaleras de oruga, además de que esos aparatos tienen 30 años desde que fueron instalados y no se les da mantenimiento regular. De hecho, los guardias tienen prohibido subir a alguien si hay lluvia y así se advierte en la página web de Metrorrey.

Así que todavía no acababa de llegar a donde iba y Alfredo ya tenía que preocuparse por su regreso. Pero recordó que apenas en febrero de este año se había inaugurado la línea 3 del Metrorrey, anunciada como 100 por ciento accesible, y consideró que podía estrenarla y así resolver el problema del regreso a casa en el transporte público.

Captura de pantalla en la que se muestra un salvaescaleras con mecanismo de oruga. Tomada de: https://www.youtube.com/watch?v=PrADI0SedPU

Sin embargo, la nueva línea 3 sólo aumentó su frustración. Alfredo se quedó varado en la estación Colonia Obrera, a la cual no pudo acceder con su silla de ruedas porque el elevador, que debería servir para habilitar el acceso al andén, no estaba funcionando.

Para empezar, el elevador no estaba a la vista, comenta Alfredo en entrevista, “y ya que lo encontré, tenía un letrero que decía ‘fuera de servicio’. Pero una señora muy amable se ofreció a preguntar con personal de la estación si alguien podría ponerlo a funcionar.” Se acercó una encargada de la estación y le dio esta explicación que resultó más frustrante todavía: “lo que pasa es que no sirve el elevador y además para el lado que usted va no hay elevador, esta estación solo tiene elevador de un lado”. Así de absurdo, señala Alfredo.

 ¿Cómo que una estación nueva, 100 por ciento accesible, sólo tiene elevador en un sentido de la ruta? Pues por lo pronto, Alfredo tuvo que conformarse con esa explicación, porque no hubo manera de que pudiera entrar al andén.  

La línea 3 inició operaciones el pasado 27 de febrero, cuenta con siete estaciones a lo largo de la avenida Félix U. Gómez, parte de la estación Zaragoza en el centro de Monterrey y termina en la estación Hospital Metropolitano, en el municipio de San Nicolás de los Garza y tiene conexión con las líneas 1 y 2 del metro, así como con la Ecovía.

Salir a la calle y buscar otro transporte simplemente implicaba una apuesta entre la vida y la muerte: con avenidas muy transitadas y banquetas inaccesibles, Alfredo tendría que arriesgar su seguridad para poder ir a otra estación del metro, porque además es imposible abordar un autobús común, carente de rampa. Y la opción del taxi, que podría pensarse como la adecuada en medio de la lluvia, resultaba incosteable dada la distancia que Alfredo tenía que recorrer.

Es común que las personas con discapacidad motriz tengan que recurrir al taxi para poder movilizarse en las ciudades mexicanas a falta de otros medios accesible, pero no es una solución sostenible, cualquier trayecto se vuelve una especie de impuesto a la discapacidad.

En fin, que sorteando los vehículos de la transitada avenida y con el providencial apoyo de un hombre en motocicleta que se ofreció a escoltarlo todo el camino, “un ángel de la guardia”, Alfredo llegó a la estación Félix U. Gómez donde el guardia le dijo que sí estaban funcionando los elevadores en todas las estaciones y le dio a entender que otra guardia no lo quiso auxiliar.

Por suerte, en esa estación encontró a un policía con la voluntad de auxiliarlo como es su deber y pudo seguir su camino, rogando a Dios no quedase sin batería en el camino.

Parecía que no iban a acabar las humillaciones aquella tarde. La lluvia, las calles sin accesibilidad, los malos tratos del personal en las estaciones no eran lo único con lo que tenía que lidiar: “la batería de la silla que uso tiene un límite de duración, no podía arriesgarme a quedarme varado en medio de la calle o en algún punto del Metrorrey si me quedaba sin pila”.

Como parte del sistema Metrorrey se creó la red de autobuses Transmetro, que opera desde 2002 y ha crecido desde entonces hasta contar con 14 estaciones en la actualidad. Opera de manera similar al Metrobús de la Ciudad de México y su función es acercar a los usuarios a las estaciones del metro en distintos puntos.

Alfredo comenta: “Si yo no contara con la comprensión y el apoyo de mis jefes, seguramente ya habría perdido el trabajo. La accesibilidad es un derecho, no un favor, yo no pido privilegios ni un trato especial, sino simplemente poder desplazarme como cualquier otra persona en la ciudad, con autonomía, con la mayor independencia posible.” Alfredo sabe que esto no es mucho pedir, sino apenas lo justo.

Aunque su llamado es enérgico, Alfredo cuida de no hacer generalizaciones sobre los malos tratos que ha recibido por parte de servidores público, pues él mismo es trabajador del estado en el área de Comunicación Social en una dependencia. Por fortuna, durante la pandemia le han permitido realizar su trabajo desde casa la mayor parte del tiempo y por ahora no tiene que enfrentarse diariamente a los obstáculos en el transporte.

Al respecto, comenta: “no todas las personas con alguna discapacidad tienen esas facilidades en el trabajo. Cómo podemos mantenernos en un empleo, de por sí escaso y con pocas opciones para nosotros, si no podemos movernos libremente en las calles sin condiciones de accesibilidad.”

Y tiene razón, la movilidad de una persona con discapacidad motriz en el espacio público no puede depender de la buena voluntad de algún ciudadano o del humor del servidor público a cargo.

La entrevista con el director de Metrorrey

Con su denuncia en redes sociales, Alfredo logró llamar la atención del director encargado del sistema Metrorrey, Juan Carlos Olguín, quien lo citó en el Parque Fundidora. El mismo trayecto para llegar a la cita le sirvió a Alfredo para demostrar los obstáculos en el transporte.

Estaba citado a las 11:00 am, pero al llegar a la estación de Transmetro, primera parada en su recorrido, se encontró con que no había quien lo auxiliara para entrar y tuvo que esperar más de media hora. Llamó a la oficina de Olguín para avisarle que llegaría tarde y para explicarle el motivo. Con un par de llamadas a la estación desde la oficina central, los accesos se abrieron para Alfredo y al fin pudo abordar el autobús que lo llevaría a la estación del metro.

Estación Parque Fundidora de Metrorrey. Foto: wikipedia.

Lidiar con la actitud de los guardias es otro obstáculo cotidiano para los usuarios con discapacidad: “Como nunca está abierta la puerta para acceder a la estación librando los torniquetes, siempre me topo con malas contestaciones de los guardas que me dicen ‘estoy comiendo, hasta que yo termine de comer, voy a abrir’ y cosas similares.”

Sin embargo, en la cita con el funcionario, Alfredo fue muy claro en señalar que no estaba buscando un beneficio personal ya que la falta de accesibilidad no la padece solamente él, sino también otras personas con limitaciones físicas, de la tercera edad o incluso madres de familia que se trasladan con sus hijos pequeños en carriolas.

“Tampoco se trata de que nos den trato especial. No queremos que pongan a alguien que nos esté ayudando para entrar a la estación, para abordar el Transmetro o el Metro, lo que queremos es “poder movernos libremente dentro de las estaciones, queremos tener el acceso libre, andenes amplios, eliminar obstáculos, que siempre sirvan los elevadores. Queremos movernos como cualquier otro ciudadano, deseamos que al trasladarnos al trabajo o algún otro lugar no tengamos que agregar una o dos horas al trayecto, lo que no tienen que hacer las personas sin discapacidad.”

Olguín Aguirre se comprometió con Alfredo a revisar todas las cuestiones que le señaló y a implementar cambios paulatinamente. Para empezar, le dijo que pondrán más guardias en las estaciones para que siempre haya alguien listo para abrir la puerta y brindar el auxilio necesario. El funcionario sabe que esa medida no soluciona de fondo el problema de la falta de accesibilidad, pero aseguró que se irá avanzando hacia soluciones a largo plazo.

En la imagen, Alfredo, Freddy Heredia, está en su silla de ruedas, porta cubrebocas y a su lado está Juan Carlos Olguín, ambos chocan los puños después de su entrevista. Foto tomada de su perfil https://www.facebook.com/alfredy18

El exhorto de la CEDH a Metrorrey

A raíz de la queja presentada por Alfredo y otros usuarios con discapacidad, el 21 de junio pasado, la Presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Nuevo León, Olga Susana Méndez Arellano, dirigió un escrito al director encargado de Metrorrey, Olguín Aguirre, para exhortarlo “a favorecer a este sector de la población”, resaltando que “una de las condiciones prioritarias para el pleno desarrollo de las personas con discapacidad es la accesibilidad, por lo que, el servicio público de transporte resulta fundamental, ya que es lo que facilita su movilidad personal e inclusión en todos los aspectos de la vida social, económica y cultural”.

“Exhortamos respetuosamente a que implementen los ajustes razonables y/o valore el diseño universal, dentro del ámbito de su competencia para lograr garantizar el derecho humano de accesibilidad y movilidad de las personas con discapacidad al servicio público del transporte, dentro del Sistema de Transporte Colectivo”.

La CEDH señaló que las quejas ciudadanas “coincidieron en la falta de máquinas para desplazar por las escaleras a personas en silla de ruedas, y que incluso otros usuarios de este medio de transporte les ayudan a bajar de las estaciones del metro.”

Esta también es una práctica común en las estaciones del metro en la Ciudad de México, donde las personas con discapacidad tienen que pedir la ayuda de los transeúntes para poder librar los escalones, con todos los riesgos que ello implica. El colmo es que hasta los policías presumen este tipo de “ayuda” como una demostración de su compromiso con la ciudadanía, cuando lo que evidencia es la falta de accesibilidad.

Desde el año 2020, Nuevo León cuenta con la Ley de Movilidad Sostenible y Accesibilidad, en la cual reconoce el derecho de los usuarios del sistema de transporte público a “recibir un servicio público de transporte de calidad, en forma permanente, regular, continua, uniforme e ininterrumpida y en las mejores condiciones de accesibilidad, seguridad, comodidad, higiene y eficiencia” (Art. 70) y crea un Consejo Consultivo de Movilidad y Accesibilidad, de participación ciudadana, sin embargo, éste no ha sesionado.

La Ley también mandata la creación de un plan estatal de transporte, el cual debe considerar “la aplicación de normas, criterios y acciones de diseño universal en la infraestructura para la movilidad, con especial atención a los requerimientos de personas con discapacidad y movilidad limitada”. Hay que decir que esta legislación se aprobó, también como suele ocurrir en nuestro país, sin la asignación presupuestal necesaria para asegurar su aplicación.

Poder moverse por la ciudad con autonomía, sin hacer más tiempo que los demás, decidir libremente a dónde ir sin tener que cambiar de ruta para evitar obstáculos, movilizarse con condiciones de seguridad ¿es mucho pedir? Sería lo básico, asegura Alfredo, para que ciudadanos como él puedan ejercer el derecho humano a la accesibilidad y a la movilidad.

Foto de Freddy Heredia Lazarín. Tomada de su página en Facebook.

Por otro lado, señala este joven licenciado en Comunicación y padre de familia, que sí extraña que las asociaciones y organizaciones de la sociedad civil, en particular el Consejo Estatal de las Personas con Discapacidad, no estén presionando a las autoridades para que se garantice la accesibilidad. “Tenemos que hacernos presentes y unirnos en este propósito”.

Alfredo ha comenzado a compartir en Facebook videos de sus recorridos en el transporte público e invita a otros usuarios como él a manifestarse y mostrar las dificultades por la falta de accesibilidad. En sus videos los ha exhortado a no quedarse callados, a atreverse a denunciar “porque los funcionarios públicos, los responsables de que existan servicios de transporte accesibles, incluso la misma sociedad no pueden seguir dejándonos a un lado, tenemos que alzar la voz”.

Sigue a Alfredo en Facebook, donde comparte sus experiencias y aventuras como usuario del Metro en Monterrey, Nuevo León.

https://fb.watch/6wv4XPgu_l/

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.